Históricamente, el consumo de alcohol por las mujeres ha estado estigmatizado. Este hecho ha motivado que durante mucho tiempo los problemas asociados al consumo de alcohol fuesen estudiados básicamente entre la población masculina.
Al igual que un adicto necesita sus sustancias para sentirse bien, la persona que padece de Dependencia Emocional necesita en vez de una sustancia, el afecto y la aprobación de su pareja para sentirse plenamente tranquila.
En cada etapa de nuestras vidas hemos ido creando una dependencia, por ejemplo: en nuestra niñez hemos necesitado un vínculo afectivo por parte de nuestros padres o familiares cercanos, en la etapa de la adolescencia hemos despertado distintas emociones muchas veces impulsadas por nuestros amigos, hemos sido influenciadas y más de una vez hemos necesitado la “aprobación” del resto de las personas para sentirnos bien y finalmente en la etapa adulta creamos un vínculo especial con nuestra pareja; hasta ese momento no existe ningún problema mayor pues desde niñas hemos necesitado la compañía y cariño de alguien, el problema radica desde el momento en que ese vínculo que nos une a nuestra pareja se convierte en una dependencia y esto nos imposibilita desenvolvernos en la vida como seres independientes.
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