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LA CODEPENDENCIA EN LA MUJER

Publicado por Fisac 07/10/2011 06:38 / 0 Comentarios Ver nota completaEnviar nota a un Amigo

La naturaleza de la codependencia

Sinto Espresate Renau

MÉXICO

La naturaleza de la codependencia, Síndrome de Eco y fractura de la autoestima Entrevista con el doctor Francisco A. Cantú Guzmán*

 

Addictus: ¿Qué se entiende por codependencia?

Doctor Cantú: Para entender la codependencia tenemos que hacer un poquito de historia. Tras el desarrollo de los grupos Alcohólicos Anónimos se empieza a ver claramente la fenomenología de que las mujeres casadas con enfermos alcohólicos comienzan a referir: "Oigan, yo también me estoy dando cuenta de que tengo problemas". Entonces pasan por el mismo fenómeno por el que pasaron los alcohólicos anónimos. Es decir que se topan, al igual que ellos, con que lo que les ocurre no está reconocido como padecimiento. Llegan con los profesionales y no hay personas que las puedan ayudar. Es así que tienden a recurrir a lo mismo a lo que recurrieran los alcohólicos: a hacer un grupo de autoayuda.

En aquel entonces, las esposas de los alcohólicos comienzan a denominarse coalcohólicas, entendiendo el prefijo co como estar al lado, alguien que está junto, que está ayudando; pero, en este caso, la persona que está al lado ayuda, de hecho, a prolongar el padecimiento. Posteriormente, en los años setenta, se empieza a hablar de dependencia química. En ese momento, el término se transforma nuevamente y comienza a hablarse de codependientes, en lugar de coalcohólicas. El término codependiente se ha  mantenido hasta hoy, en combinación con un tercero: coadicto(a).

La codependencia tardó muchísimo tiempo en ser reconocida como un padecimiento. Dentro de este proceso encontramos gente no profesional que comienza a escribir y a dilucidar acerca de esta problemática. Con esto no queremos decir que  los libros no sirvan, sino que en ellos suele presentarse un error: la forma en la que escriben dichos libros, la forma en que manejan las listas para clasificar quién puede ser un codependiente, no contempla el que la persona esté o no casada con un alcohólico; cualquiera puede identificarse. Toman el libro, leen la lista de características y piensan: "Yo también tengo todos estos rasgos; por lo tanto, yo también soy codependiente". En esto hay que poner mucha atención. Para poder hablar de codependencia necesariamente debe existir una relación interpersonal con alguien que padezca un síndrome de dependencia química, ya sea alcoholismo o drogadicción. Dichas relaciones interpersonales deben de ser únicas; es decir de tipo padre-madre-hijo, esposa-esposo, etcétera. De vez en cuando podemos encontrar personas que no tengan relaciones íntimas de esta naturaleza y que hayan caído también en la codependencia, pero lo usual en estos casos es que, al revisar la historia de estas personas, hallemos una relación interpersonal íntima en su pasado, vinculada a la adicción.

Hoy en día existe el reconocimiento, por parte de la rama profesional, de que se trata de un padecimiento. Aún no se le cataloga como tal en los principales libros de texto. A pesar de que se haya escrito ya tanto al respecto, todavía nos encontramos en el proceso de definir un cuadro clínico, un pronóstico y un tratamiento.

Por otra parte, en los Estados Unidos, el doctor Zenmack ha acuñado el término de síndrome de eco, utilizado en la práctica profesional, para describir el padecimiento de la codependencia. La acuñación de este término parte de la mitología griega.

Concluyendo, al hablar de codependencia debemos de entender que se trata de un padecimiento emocional, cuya característica esencial es la existencia de una relación interpersonal con alguien que padece una dependencia química. Las raíces mitológicas del término síndrome de eco pueden aclararnos muy bien qué es la codependencia. Eco, es la mitología griega, era un ninfa del bosque. Un día, al estar hablando con Hera, esposa de Zeus, ésta se percata de que Zeus había aprovechado el momento para irse con otras mujeres. Hera culpa entonces a Eco, diciéndole: "Tú me mantuviste platicando para que yo no me diera cuenta de lo que Zeus hacía. Por lo tanto, te castigaré, y tu castigo será no hacer otra cosa que repetir las últimas palabras de lo que te digan". Acto seguido, le impone el castigo y, además, la manda a la Tierra. Una vez ahí, Eco se aísla; la avergonzaba no decir más que esas últimas palabras. En una ocasión, estando en el bosque, descubre una persona a lo lejos. Esta persona es Narciso y de él se enamora profundamente. A Eco le avergüenza su condición y teme ser rechazada. Es por eso que decide no acercarse a Narciso. Se mantiene entonces a distancia, escuchando lo que Narciso se dice a sí mismo y esperando la oportunidad de decirle que está enamorada de él. Pasa el tiempo hasta que un día Narciso termina uno de sus monólogos con las siguientes palabras: "Ven, te espero con los brazos abiertos". Eco aprovecha esto para aparecer frente a él, con los brazos abiertos y pronunciando esas últimas palabras: "Ven, te espero con los brazos abiertos". Narciso se enfurece ante esto y comienza a reprocharle. Y sus reproches terminan con las siguientes palabras: "Y nunca quedaré dentro de tu poder". Acto seguido, Narciso se da la vuelta y se va. En esos momentos otra diosa se percata de lo que está ocurriendo y le impone un castigo a Narciso. El castigo consiste en que Narciso sea incapaz de amar a otra persona que no sea él mismo. Y el fin del mito es bien conocido por todos. En una ocasión en que Narciso estaba contemplando su reflejo en el agua sintió el impulso de abrazar su propia imagen, cayó y se ahogó. Eco, por su parte, quien nunca se había separado de Narciso, decide perderse en las montañas y los cañones para vivir su pena. Supuestamente es en esos sitios donde se le puede encontrar todavía, repitiendo las últimas palabras de lo que la gente dice.

A través de este mito podemos ver qué es lo que sucede dentro de la codependencia. El antecedente de la codependencia es una quiebra en el narcisismo, que ocurre en la infancia tardía o en la adolescencia temprana. Es decir que sufren una fractura en su autoestima y esto les produce una incapacidad de darse a sí mismos. Todos necesitamos una dosis normal de autoestima o narcisismo; es decir la capacidad de autoalimentarnos. En vista de que las personas que sufren una fractura como esta son incapaces de hacerlo, y la necesidad de ello existe, se ven obligados a recurrir al exterior, a que otras personas les estén brindando apoyo y estima, con palabras o con hechos, ya que ellos mismos no pueden dárselo. Sin embargo, no funciona. Es un barril sin fondo. Por más que les den, resulta ser algo pasajero, momentáneo.

La mayoría de las personas con este padecimiento son hijas de alcohólicos. Con esto no quiero decir que ocurra en todas las hijas; es decir, en una familia con tres o cuatro hijas, podemos esperar que una o dos de ellas presenten esta fenomenología. Lo que ocurre en estos casos es lo siguiente: como el padecimiento de las adicciones comienza desde temprano, las hijas captan inconscientemente que quien tiene la enfermedad es la persona ideal para estar alimentando su autoestima. ¿Por qué? Porque la persona con adicción, al ser esta una enfermedad como cualquier otra, se irá debilitando; se trata de una persona a la que se tiene que ayudar. Es así que encuentran en ella alguien a quién estar ayudando, a través de lo cual recibirán continuamente, de parte de la persona ayudada y de parte de quienes están alrededor, reconocimientos como: "Qué buena es", "Qué bien está haciendo su trabajo", "Cómo aguanta", "Qué bien maneja las cosas".

El problema es que, siendo una enfermedad, esta crece, hasta llegar al punto en que se vuelve intolerable. Durante el transcurso de estos años, se cae en el juego de la enfermedad. Y lo que termina haciendo la persona codependiente es el eco de la adicción. Lo que el adicto quiere hacer es controlar la substancia. Lo que el codependiente quiere hacer es controlar a la persona.

La explicación de esto es que, si una persona depende de los de afuera para que le den lo que ella misma no es capaz de darse, entonces lo mejor es tratar de controlar a los de afuera para así asegurar que recibirá lo que necesita en el momento en que lo necesite. Sin embargo, es imposible controlar a una persona, y menos a una enfermedad.

El tratamiento para los codependientes es un proceso psicoterapéutico que dura aproximadamente de seis meses a un año en el cual se trata de enyesar esta fractura de la autoestima para que inicien de nueva cuenta ese proceso.

Addictus: ¿Dónde termina la solidaridad e inicia la codependencia?
Doctor Cantú: Este es un problema muy grande. Una vez que el codependiente inicia su rehabilitación, al igual que el adicto que inicia su rehabilitación, comienza a manejar todo en extremos y en forma concretista. Tomemos como ejemplo a una madre cuyo hijo es adicto. Al iniciar su rehabilitación, la madre comienza a entender varias de sus funciones como síntomas de codependencia y trata de ya no manejarlas, pero lo único que consigue es perderse de su rol de madre. Lo mismo sucede con las esposas; es decir, hasta dónde llega mi relación como esposa y hasta dónde comienzo a entrar en contacto con la enfermedad. Y como no desglosan esto, caen en un juego en el que encontramos a la persona codependiente colocándose en el extremo de "yo no te voy a ayudar", "yo no te voy a manejar".

Veamos otro ejemplo, uno muy común que se escucha frecuentemente en los grupos de autoayuda para codependientes. La pregunta recurrente es la siguiente: "¿Qué voy a hacer si mi esposo o mi hijo cae en la cárcel?" Y la respuesta que suele dársele a esta pregunta es: "Déjalo ahí. No lo saques. Ya no lo manejes. Dile que es su problema y que a ver cómo sale". Pues bien, eso ya es un extremo. ¿Por qué? Porque lo que se tiene qué hacer cuando alguien querido está en la cárcel es presentarse, preguntar qué pasó y en qué podemos ayudar. Lo que sí es que en el proceso mismo de salir de la cárcel es en el que no hay que involucrarse. Es decir que ya de los asuntos de la salida, el dinero para el abogado, el papeleo, etcétera, de eso sí debe encargarse el adicto. Es decir que al adicto debe dejársele la responsabilidad de enfrentar las consecuencias de su padecimiento.

Addictus: Y en este proceso, ¿no hay grados?
Doctor Cantú: Sí, sí los hay. Por ejemplo, hablemos primero de las personas que actúan en forma codependiente porque están mal informadas. Es decir, no saben que la adicción es una enfermedad, piensan que es un problema de conducta y que con amor y cariño podrán sacar a esta persona adelante. En estos casos, lo único que hay que hacer es dar a estas personas la información correcta e inmediatamente se corrige en ellos la conducta codependiente. No podríamos decir que estas personas padezcan el síndrome de eco.

Después encontramos un segundo grupo en el que están las personas que poseen rasgos codependientes. En estos casos, con un tratamiento de seis a doce sesiones psicoterapéuticas puede llegar a manejarse el problema. Por último, encontramos un tercer grupo constituido por las personas que padecen el síndrome de eco, es decir, presentan el cuadro de codependencia completo.

Ahora bien, se maneja mucho el aspecto del amor. El querer a una persona no implica que yo tenga que sacrificar mis cosas por ella. Eso significa sumergirse en el torbellino de la enfermedad.

Por otra parte, podemos encontrar personas que subliman la codependencia. Tenemos, por ejemplo, datos de estadísticas realizadas en los Estados Unidos que nos indican que del 90 al 95% de las enfermeras tienen un padre o un hermano alcohólico. Es decir que subliman la necesidad de ayudar. Esto no es malo, al contrario. Sin embargo, es necesario, en un buen número de estos casos, manejar el padecimiento aparte.

Addictus: ¿El adicto produce la codependencia o ésta ya existe de antemano en las personas?
Doctor Cantú: Se habla mucho acerca de que la convivencia con un adicto provoca la codependencia. Esto no es cierto. Cuando una persona establece una relación interpersonal con un adicto quiere decir que ya viene gestando el padecimiento desde antes. Ello quiere decir que reconocen inconscientemente varios aspectos que les son familiares y forman parejas. Es como si una persona fuera caminando por la calle con una almohada. Hay mucha gente pasando por la calle, pero no es sino hasta que aparece otra persona caminando también con una almohada que ambos se detienen y se reconocen. Lo que observamos en la práctica, al ir al fondo de una persona que padece codependencia, es que en su proceso tuvo varias parejas, muchas de ellas sanas, pero que, por lo mismo, le provocaban aburrimiento, enojo o ansiedad, y por ello las dejaron. Lo que se desarrolla ampliamente cuando la enfermedad de la otra persona actúa como gatillo disparador.

Addictus: ¿Cuál es su opinión acerca de best-sellers tales como Mujeres que aman demasiado, Libre de adicciones, etcétera?
Doctor Cantú: Pienso que son libros interesantes. Son libros que aportan algo. Sin embargo, siempre que leemos algo debemos utilizar un poco de discriminación. Mucha gente está leyendo esos libros y tomándolos como si fueran la Biblia. Hay qué ver quién escribió el libro, si es un profesional o si escribió acerca de su experiencia personal o recopiló la de otras personas. Es importante revisar esto, porque lo que sucede es que se trasladan las experiencias de una sola persona hasta el nivel de hechos, de normas válidas para todos los casos. En la realidad esto no ocurre así, y eso es lo que hay que tener en cuenta cada vez que se lee un best-seller.

Addictus: Siguiendo con esta idea, hace poco leí un artículo donde se decía que el 96% de la población de los Estados Unidos era codependiente...
Doctor Cantú: Esto es precisamente lo que ocurre cuando no se lee en forma discriminatoria. Esto es lo que ocurre cuando la mayoría de los lectores siente que se identifica con lo que lee. Mas si en los libros aclaran que se trata de un padecimiento, de un fenómeno que involucra personas que están relacionadas con otras que padecen el síndrome de dependencia química, entonces no todo el mundo se sentiría inmediatamente reflejado. Al contrario, desecharían de antemano la posibilidad de que el tema tuviera algo qué ver con ellos.

Nota
*El doctor Francisco A. Cantú Guzmán es médico psiquiatra, egresado del Hospital Central Militar; fundador y director general de la Clínica ADC Cantú; ex coordinador de la sección permanente de alcoholismo y farmacodependencia de la asociación Psiquiátrica mexicana, y ganador del primer premio en el Congreso realizado en Morelia, Michoacán por dicha sección. Es también, miembro de la American Academy of Psychiatrists in Alcoholism and Addiction.

FUENTE:      Revista Liberaddictus

 http://www.liberaddictus.org/art_detalles.php?articulo=56


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